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martes, 20 de octubre de 2009

Mi vecina Julia


Después de un duro día de trabajo, deseando llegar a mi casa para darme una buena ducha, relajarme y tirarme al sofá para ver alguna peli o lo que sea.
Llego a mi casa, dejo la mochila me voy al baño y preparo la ducha, abro el agua, me desnudo y me meto dentro, cuando termino de ducharme, cierro el agua y en ese momento suena el timbre de la puerta, claro no iba a salir en pelotas a abrir la puerta y no le hago caso, cojo el Albornoz para secarme y vuelve a llamar a la puerta con insistencia, como parece que es urgente me abrocho el albornoz y voy a abrir la puerta. Era mi vecina del piso de arriba. Tengo que decir que este año soy el presidente de la comunidad, parecía un poco alterada. Puedo pasar? Me pregunta, tengo que decirte algo importante, me dice. Si pasa.
La llevo al salón y nos sentamos en el sofá. Me cuenta que tiene problemas con el vecino de al lado por los ruidos y golpes nocturnos y varias cosillas mas. Esta un poco alterada, he intento calmarla y que hablaría con los vecinos molestos.
Julia, que así se llama mi vecina, es una mujer de unos 55 años, media melena rubia de bote, algo rellenita pero no gorda como la mayoría de su edad y de piel blanca, no es guapa pero tampoco fea, digamos que normal.
Ya pasado un tiempo, julia parece que esta algo más calmada, la invito a tomar un refresco o una cerveza y me pide un refresco, me levanto a la cocina y se lo traigo, me siento he intento que no se abra el albornoz.
• Perdona, me dice, no quería molestarte, pero tenía que desahogarme, seguro que te he interrumpido en algo.
• No te preocupes, contesto, acababa de salir de la ducha.
• Lo siento, ahora me voy.
• No tranquila, si ya había terminado.
Esa situación me provocaba bastante morbo, yo en pelotas con solo el albornoz y delante de mí la vecina, con lo cual mi pene empezó a hacer de las suyas, poniense dura, yo intentaba que no se notase.
Seguíamos hablando y me daba la impresión de que de vez en cuando ella agachaba la mirada como si quisiera ver algo por debajo del albornoz, y eso me ponía mas cachondo, aunque yo intentaba que no se notase.
• Y tu marido? La pregunte.
• Está trabajando vendrá en un par de horas. Todavía tengo tiempo antes de que venga.
• Para que? La dije.
• Para tomarme otro refresco, si no te importa.
• No me importa.
Me levante para ir otra vez a la cocina y en ese movimiento, con el empalme que tenia, se abrió un poco el albornoz, viéndose mi pene, me tape lo antes posible, pero julia lo vio antes de taparlo. En la cocina espere un poquito para que se bajase el calentón, al par de minutos me fui al salón donde julia me estaba esperando, la di el refresco y me senté.
• Sabes, me dijo, hace mucho tiempo que no hago nada con mi marido porque viene muy cansado y ya no es tan joven, y al ver tu aparato me he puesto muy cachonda.
• Perdona, la dije, no quería que se viese nada
• No pasa nada, todavía me queda un par de horas para que llegue mi marido.
Se levanto, se acerco a mí, me abrió el albornoz y mirando hacia arriba esta mi pene, se agacho lo agarro con la mano, acariciándolo con suavidad.
• Hace demasiado tiempo que no toco una.
Se agacho metiéndoselo en la boca.
Después de un buen rato ella se levanto , me acerque y la quite la camiseta que llevaba, antes mis ojos aparecieron una tetas enorme, la quite el sujetador y las empecé a acariciar, tenia los pezones grandes y oscuros, me agache y empezó a besar y a chupar, luego la baje el pantalón del chándal, llevaba bragas de color blanco, y se las quite, tenía la vagina con algo de pelo pero arreglado, la tumbe en el sofá y empezó a lamerlo, ella jadeaba y se retorcía y mientras la metía un dedo y luego dos, pasado un buen rato y estando ella bien empapada, acerque mi polla a su entrada y se la metí muy despacio hasta el fondo, bombeando poco a poco muy despacito, con el tiempo la iba metiendo y sacando más rápidamente hasta que ella llego al orgasmo, luego la saque y se la metí en la boca que ella chupaba con fuerza, hasta que estaba a punto de llegar, se lo dije, y ella con más fuerza chupaba hasta que me corrí dentro de su boca y ella se tragaba mi jugo hasta dejarme seco.
Caí en el sofá, ella se levantó y me dijo que si podía fumar un cigarro, la dije que sí.
Así estuvimos un rato y charlando un poco, me dijo que esta experiencia había sido la primera vez que nunca le había engañado a su marido, la dije que no se preocupara que un calentón lo tiene cualquiera y que no se lo iba a decir a nadie.
Ella se vistió y dijo que se iba a casa a ducharse antes de que llegase su marido, y ya en la puerta la dije que si algún día quería algo de mí que me tenía cuando quisiera, ella me contesto que seguro que sí.